Los años pasaron y llegó el relevo. La hija de Juan, Agapita Rubio, que vivió con su padre su pasión por los viñedos, tomó las riendas de la Bodega en 1982 junto con su marido, José. La producción crecía, la variedad de vinos también y así nacieron en ese año nuestros caldos “Cerro Cabrero” y “Señorío de la Raña”.
En barricas de roble se iban criando, creciendo, para coger todo el sabor tan característico de la tierra de Extremadura, adquiriendo una fuerte personalidad que se nota en su sabor.
El respeto por la materia prima, junto con una técnica artesanal muy cuidada y respetuosa, ha ido dando forma a las distintas variedades de caldos de nuestra Bodega.
De entre ellos, somos líderes en elaboración y distribución del famoso “vino de pitarra”, un caldo típico y exclusivo de la zona, con gran personalidad, que goza de gran aceptación.
En todos aquellos años Agapita y José no solo mantuvieron el legado de su padre, sino que lo multiplicaron gracias a su esfuerzo y su trabajo en la bodega, dedicando toda su vida a hacer de ella un referente a nivel nacional de vinos extremeños de calidad.
Nuestra familia fue creciendo en torno a la bodega, y con ello aumenta la incorporación de nuevos miembros a una estirpe de apasionados del vino. Nacemos los hijos de Agapita, y poco a poco, nos vamos empapando de las viejas tradiciones transmitidas desde el abuelo Juan hasta el tiempo actual, convirtiéndonos en la tercera generación de bodegueros de la familia.
La producción crece, y la expansión de la bodega también. En 1992 nace nuestro vino “Tío Juan” y a partir del año 2000 se incorporan las variedades “Pitarra Garrucho”, “Sierra Carihuela”, “Caserío del Coronito” y “Campo Royero” hasta llegar a 2017 que nace nuestro “Valdemujeres”.
Y así, después de casi 75 años de historia, llegamos a la actualidad. Hoy, seguimos siendo una familia de artesanos del vino, fieles a la tradición de sabor y calidad que caracteriza la elaboración de nuestros caldos.